Actualidad de San Ignacio y los Ejercicios

Santos con misiones especiales Santos, en sentido estricto, son todos aquellos que han llegado a la perfección de la caridad –¡a lo que apuntamos!, de los cuales algunos la providencia divina –con la colaboración de la libertad humana– ha querido que sean elevados al honor de los altares. Y así como cada uno de nosotros es único e irrepetible, cada santo es una “obra maestra” de Dios, también única e irrepetible y, como decía Benedicto XVI, nunca tienen ocaso[1] por ser íconos vivos de Aquel “que es, que era y que vendrá” (Ap 1,8). Al no tener ocaso, el legado…

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San Ignacio y la Eucaristía

No hay duda que de todo Santo se puede afirmar aquello que Juan Pablo II aplica a la Iglesia, es decir, que vive de la Eucaristía[1], porque todo Santo vive de Jesús, y Jesús no solo está, sino que  es la Eucaristía. Así y todo, en algunos de estos campeones de la vida del espíritu, encontramos ciertas notas particulares, sobresalientes, tanto en lo personal como en su obra apostólica, en relación al Augusto Sacramento. Creemos que uno de esos casos es el del Santo de Loyola, bastaría para convencernos leer algunos de los varios libros que se han escrito al…

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¡Bendita bombarda!

Aquel francés que hace 500 años, el 20 de mayo de 1521, cargara lo que se conoce como el arma de fuego portátil más antigua, la bombarda, nada pudo imaginar la trascendencia de lo que estaba haciendo. Quien recibiera ese tiro de cañón, un tal Iñigo de Loyola, hablando en tercera persona, así lo relata en su autobiografía: “…y después de durar un buen rato la batería, le acertó a él una bombarda en una pierna, quebrándosela toda; y porque la pelota pasó por entrambas las piernas, también la otra fue mal herida”[1]. Toda Pamplona estaba ya en manos de…

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La Divina Misericordia

En nuestro pensar y meditar sobre Dios, en Dios y para Dios, no debemos olvidar aquello de santo Tomás: “En esta vida tanto más perfectamente conocemos a Dios, cuanto mejor entendemos que sobrepasa toda capacidad intelectual”[1]. Por eso no es aventurado pensar que, si conociésemos más a Dios, lo amaríamos más, e incluso llegaríamos a las locuras de amor de los santos, que no son otra cosa que un conocer más profundo cuánto nos ama el Señor y hacer todo lo posible para devolver “algo” al menos –casi nada en comparación– de tanto bien recibido y hacer lo posible para…

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¿¡Feliz año nuevo!?

Posiblemente nunca antes la humanidad entera ha deseado que el año entrante sea totalmente distinto al que dejamos atrás. Alguien me decía “mejor ni le cuento lo que le diré hoy a las 00.00hs al 2020”, y por las redes han pululado bromas sobre este “terrible” año que pasó y augurios para el entrante. Ahora bien… ¿fue realmente el 2020 un año desastroso, terrible, olvidable, etc., etc.? No me voy a poner a mencionar los motivos por los cuales parecería que la respuesta es “¡obviamente que sí!”; pero me permito plantear otra alternativa de respuesta, ¿por qué? Porque todo depende…

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No hay consuelo…?

Sin duda que la noticia de la aprobación de la ley del aborto en nuestro país, Argentina, de buenas a primeras ha sido un golpe muy duro, capaz de demoler los ánimos más fuertes, sobre todo de aquellos que dejaron alma y vida por la causa. De varios recibí algunas líneas expresando esa tristeza y en lo personal también, por supuesto, no me fue fácil recuperarme (la distancia da cierta impotencia…) Solo quiero con esta reflexión compartir lo que en mi caso fue fuente de consuelo y que quizás a alguien más pueda ayudar. En primerísimo lugar, busquemos a Dios:…

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San Ignacio y la Navidad

“No es posible dejar de ver en la vida de Ignacio una ternura y devoción especialísima al Santo Nacimiento de Jesucristo”[1], comenta en su biografía el P. Casanovas. Una de las pruebas de esto la podemos encontrar en el hecho de que, luego de ser ordenado sacerdote, dilató durante un año y medio la celebración de su primera Misa, con la intención de poder hacerlo en el mismo lugar del nacimiento del Señor. El dato preciso que tenemos es que “Había determinado, después que fuese sacerdote, estar un año sin decir misa, preparándose y rogando a la Virgen que le quisiese…

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ÉL está ahí y ME llama

La presente situación en que nos encontramos a causa del virus, para muchos ha sido una hermosa oportunidad para volver a las cosas esenciales, a todo aquello que es de trascendental importancia en nuestra vida, sin lo cual no podríamos vivir –o no podríamos hacerlo bien y felices– pero que el ajetreo constante de un mundo que no sabía de frenos ni parates, impedía reconocerlo o valorarlo. Muchos, incluso, han podido reencontrarse con “Lo” esencial, o “Él” esencial; como decía Benedicto XVI: “El bien primero y esencial del que tiene necesidad el hombre es la cercanía de Dios mismo”[1]. Y…

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¿Quién es el hombre más feliz?

La liturgia del domingo pasado nos invitaba a la alegrarnos en el Señor ¡¿y cómo no hacerlo?!… a pocos días de la Navidad, es casi una obligación; en realidad es más obligación que en otros momentos, porque la obligación de alegrarnos la tenemos siempre: «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres» (Fil 4,4). En la homilía leí una anécdota que, como me la pidieron en dos oportunidades, me pareció que podría también gustarles y, sobre todo, serles de provecho. La solía usar nada más y nada menos que San Alfonso María de Ligorio en sus prédicas.…

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¿Convertido yo?

En Adviento –como en Cuaresma– nuestra madre la Iglesia nos invita de manera especial a la conversión. Convertirse es “cambiar de mente” (metanoia, en griego) que también implica, por supuesto, cambiar el corazón y con ello cambiar nuestros actos y todo lo demás, es decir, se trata de un cambio radical. Pero ¿tengo yo que convertirme? ¿Acaso si estoy leyendo estas líneas no es porque amo a Dios, voy a Misa, etc.? Si tomamos “conversión” según aquello de Isaías (31,6): ¡Convertíos a Aquel de quien os habéis alejado tanto!, probablemente sí, estemos convertidos; pero también “La conversión, en la profundidad…

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