Este país huele a podrido

Vaya  a saber por qué, pero lo cierto es que no es raro que el demonio se dé a conocer entre otras cosas por el olfato. Sin duda que no es para nada la manera principal –para eso tenemos el discernimiento de espíritus–, pero en situaciones sobre todo extraordinarias, no suele faltar. Y así por ejemplo aquella de las pocas veces en que San Juan de la Cruz erró en su discernimiento sobre una mujer que quería entrar a la vida religiosa y tenía ciertos misticismos que hacían dudar de su idoneidad; una vez entrada al convento, cuando descubrieron que…

Leer más…

La mentira y la política

Agradezco a mi padre (QEPD[1]) no haberme hecho de ningún partido político –era algo absolutamente ausente en mi familia– y ayudarme así a no caer en ningún tipo de subjetivismo pasional al mejor estilo “peronismo” en Argentina. También puede aplicarse esto a otros partidos, pero creo que al peronismo le cabe “de perillas”: en muchos casos es prácticamente lo mismo que el ser hincha de un equipo de fútbol… la racionalidad queda allá lejos. Será por esta visión de la política que no recuerdo haber visto a mi padre haber ido a votar alguna vez… quizás tengo mala memoria pero…

Leer más…

No hay consuelo…?

Sin duda que la noticia de la aprobación de la ley del aborto en nuestro país, Argentina, de buenas a primeras ha sido un golpe muy duro, capaz de demoler los ánimos más fuertes, sobre todo de aquellos que dejaron alma y vida por la causa. De varios recibí algunas líneas expresando esa tristeza y en lo personal también, por supuesto, no me fue fácil recuperarme (la distancia da cierta impotencia…) Solo quiero con esta reflexión compartir lo que en mi caso fue fuente de consuelo y que quizás a alguien más pueda ayudar. En primerísimo lugar, busquemos a Dios:…

Leer más…

¡¡Oh santo Diálogo…

…oh bendito Debate!! No escribo estas líneas para quienes tienen la cabeza rota por la ideología y han enarbolado la estupidez como forma de anti-pensamiento. Tampoco para quienes venden todos los días su opinión, su voto –a veces en un Congreso y a costa de la vida de miles de inocentes– por conveniencia, dinero, fama o poder. Escribo para quienes todavía creen que existe la verdad –que es una–, y el bien –que también es uno–, y no han perdido el sentido común, o al menos tratan de no perderlo, cosa no muy fácil en estos días donde, por ejemplo,…

Leer más…