Barajar y dar de nuevo

Barajar y dar de nuevo Junto a otros 12 sacerdotes y 3 hermanos acabamos de terminar nuestros Ejercicios Espirituales anuales y han sido, para decirlo en fácil y corto, un barajar y dar de nuevo. No importa cuántas tandas de Ejercicios hayamos hecho o predicado; en mi caso, por gracia de Dios, esa suma da… ¡más de año y medio! O sea, en retiro, de mes, de 5 o 3 días, he impartido o hecho Ejercicios Espirituales durante unos 600 días, y por supuesto que no cuento en esto los Ejercicios Espirituales en la vida cotidiana dados por internet. Y…

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El martirio como posibilidad real

Antes de tener la gracia de viajar a Fátima[1], tuve otro regalo de la Providencia y fue el poder celebrar a nuestra Patrona, la Virgen de Luján[2], junto con nuestros monjes del Pueyo[3]. El monasterio, ubicado en la cima de una colina, impone su respeto tan solo al contemplarlo… es un lugar que habla del más allá, habla de Dios… A esto hay que agregar, por supuesto, la presencia de nuestros monjes, que reafirman esa idea, ese vivir para “el unum necesarium” que el Señor elogió en María a sus pies en Betania; y también, un detalle no menor: corona…

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En la cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes

Hoy toda la Iglesia celebra a Santo Tomás de Aquino quien cuando fue canonizado por el Papa Juan XXII, afirmó de él que “ha iluminado más a la Iglesia que todos los otros doctores. En sus libros aprovecha más el hombre en un solo año que en el estudio de los demás durante toda la vida”, y agregó que “su doctrina no pudo provenir sino de una intervención milagrosa de Dios” [1]. Si, como decía ese gran misionero que fue el P. Segundo Llorente, “El santo es un milagro de la gracia”, en el caso de santo Tomás estamos hablando…

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La amorosa impaciencia

Hace unos días un joven de la parroquia me comentó que estudiaría algo referente a la atención de personas en accidentes múltiples, y si bien es cierto que la especificidad de los estudios se va haciendo cada vez más específica –valga la redundancia– sin embargo, nunca se me hubiera ocurrido que existiera tal especialidad. Por supuesto que no tiene nada de malo y si llegase a accidentarme estaría agradecido de una buena atención. De todos modos, lo que pensé en ese momento es que realmente el mundo está patas para arriba… tanto tiempo, recurso, desgaste, dinero, cursos y mil etcéteras…

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¿Quién es el hombre más feliz?

La liturgia del domingo pasado nos invitaba a la alegrarnos en el Señor ¡¿y cómo no hacerlo?!… a pocos días de la Navidad, es casi una obligación; en realidad es más obligación que en otros momentos, porque la obligación de alegrarnos la tenemos siempre: «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres» (Fil 4,4). En la homilía leí una anécdota que, como me la pidieron en dos oportunidades, me pareció que podría también gustarles y, sobre todo, serles de provecho. La solía usar nada más y nada menos que San Alfonso María de Ligorio en sus prédicas.…

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¿Convertido yo?

En Adviento –como en Cuaresma– nuestra madre la Iglesia nos invita de manera especial a la conversión. Convertirse es “cambiar de mente” (metanoia, en griego) que también implica, por supuesto, cambiar el corazón y con ello cambiar nuestros actos y todo lo demás, es decir, se trata de un cambio radical. Pero ¿tengo yo que convertirme? ¿Acaso si estoy leyendo estas líneas no es porque amo a Dios, voy a Misa, etc.? Si tomamos “conversión” según aquello de Isaías (31,6): ¡Convertíos a Aquel de quien os habéis alejado tanto!, probablemente sí, estemos convertidos; pero también “La conversión, en la profundidad…

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No anteponer nada a Cristo

Comparto el sermón de hoy, domingo XXVIII del tiempo ordinario sobre la curación de los diez leprosos. Evangelio Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaria y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies…

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“Sobreabundancia de la gracia” (Rm 5,17)

Hace unos días, más exactamente el 3 de diciembre, llegué, junto con mis compañeros, al décimo aniversario de ordenación sacerdotal, y no puedo dejar pasar la oportunidad sin mencionarlo. No haré una profunda reflexión sobre el sacerdocio, ya que aún con diez años no me creo capaz –y no sé si alguna vez lo seré–; solo esbozaré un público agradecimiento a Dios, porque estimo que en justicia debo hacerlo, por haberme prodigado su gracia de manera sobreabundante[1]. Misericordiosamente investidos de este ministerio[2], dirá San Pablo, agregando: llevamos este tesoro en recipientes de barro[3]. Me parece que en estos dos versículos…

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¿Para qué lo hacemos?

En nuestro obrar siempre existe un para qué… un proyecto planeado y pensado tiene siempre un objetivo determinado, pero también una simple acción cotidiana, no se realiza sin focalizar un fin concreto. Incluso este para qué muchas veces podría preguntarse de manera más acertada con un para quién. En el post “Quiero ser santo” decíamos: “Enseña la filosofía que la “causa final” es la primera en la intención y la última en la ejecución. Primero me decido a alcanzar tal o cual objetivo/fin, y luego, entonces, pongo en marcha toda la serie de medios y disposiciones necesarias para llegar a…

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