El martirio como posibilidad real

Antes de tener la gracia de viajar a Fátima[1], tuve otro regalo de la Providencia y fue el poder celebrar a nuestra Patrona, la Virgen de Luján[2], junto con nuestros monjes del Pueyo[3]. El monasterio, ubicado en la cima de una colina, impone su respeto tan solo al contemplarlo… es un lugar que habla del más allá, habla de Dios… A esto hay que agregar, por supuesto, la presencia de nuestros monjes, que reafirman esa idea, ese vivir para “el unum necesarium” que el Señor elogió en María a sus pies en Betania; y también, un detalle no menor: corona…

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