¿Para qué lo hacemos?

En nuestro obrar siempre existe un para qué… un proyecto planeado y pensado tiene siempre un objetivo determinado, pero también una simple acción cotidiana, no se realiza sin focalizar un fin concreto. Incluso este para qué muchas veces podría preguntarse de manera más acertada con un para quién. En el post “Quiero ser santo” decíamos: “Enseña la filosofía que la “causa final” es la primera en la intención y la última en la ejecución. Primero me decido a alcanzar tal o cual objetivo/fin, y luego, entonces, pongo en marcha toda la serie de medios y disposiciones necesarias para llegar a…

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Nos autem sperabamus…

Nuestro Señor, como lo afirma Santo Tomás en la introducción a la tercera parte de la Suma Teológica, ha “demostrado en sí mismo el camino de la verdad (viam veritatis), por el cual resucitando pudiésemos llegar a la beatitud eterna”, de ahí, sigue el angélico, que es necesario considerar acerca de la vida del Salvador y sus beneficios”. No hay pensamiento, ni palabra, ni obra, ni gesto, ni mirada, ni sentimiento de Nuestro Señor, que no sea para nosotros regla de vida –“¡Cristo es nuestra vida!” dirá el Papa Francisco[1]– y, por supuesto, regla de vida feliz: “Nadie fuera de…

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…sabréis que Yo Soy

Nos relata el evangelista san Juan que en uno de esos intentos del Señor de testimoniar quién era Él ante los incrédulos fariseos, luego de varias pruebas rechazadas por quienes no querían creer, afirmó lo siguiente: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces sabréis que Yo Soy (Jn 8,28). Por supuesto que los interlocutores no entendieron lo que significaba esa aseveración; pero nosotros, gracias al don de la fe, sí logramos comprender, al menos en parte, esas profundas y reveladoras palabras: el Señor dijo que cuando fuese crucificado, se manifestaría de modo particular y más pleno su divinidad, ya…

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«Por mí»

No dejan de asombrarme los distintos, por llamarlo de algún modo, “niveles” de profundidad, extensión, longitud, y también firmeza, trabazón, solidez, y cuantos otros adjetivos se le quiera poner, a las cosas que conocemos, es decir, a las verdades que tenemos fijas, o no tanto, en nuestro entendimiento y amamos, o no tanto… De este hecho proviene la importancia de la meditación y está también en la base de los Ejercicios Espirituales. Probablemente no aprendamos muchas cosas nuevas haciendo Ejercicios –sobre todo si hemos hecho otros durante nuestra vida– pero sin duda que las entenderemos de otro modo, el cual…

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Cuaresma: más y mejor

Dios sigue siendo el mismo, y así también el Evangelio y nuestra naturaleza caída. Sin embargo, no se vive igual la vida cristiana ahora, a comienzos del siglo XXI, que hace 5 siglos atrás. Es cierto, hay un sano aggiornamiento, ese que buscaba san Juan XXIII con el Concilio Vaticano II, pero hay otras cosas que no dejan de ser parte de “la dimensión pagana de la cultura que vivimos”[1] como afirmaba el entonces Cardenal Bergoglio a los sacerdotes y consagrados de su arquidiócesis. En este sentido es erróneo afirmar que la penitencia ya es algo del pasado, que ya…

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¡Feliz Navidad!

En este día –que se prolonga por toda la Octava– se nos invita una y otra vez a alegrarnos, a regocijarnos, porque nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. San Legón Magno, en un sermón de Navidad predicaba “no hay lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida”. En absoluto se puede dudar que debemos alegrarnos o, al menos, que a esto tenemos que apuntar; pero a veces nuestras Navidades no tienen esa alegría que vemos en los niños, o que teníamos cuando lo éramos. ¿Por qué? ¡Cuánto podría decirse en respuesta…! y mucho mejor de…

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Perseverar… después de 9 años

Todos los años, antes de nuestro aniversario sacerdotal, 9 compañeros enviamos a todo el curso un texto sobre el sacerdocio, ya personal, ya de algún santo o sumo pontífice. Este año me tocó escribir el de ayer (2/12) y quería compartirlo con ustedes. De paso me encomiendo a sus oraciones (al igual que a todo el curso), en este día en que cumplimos 9 años de sacerdotes. — PERSEVERAR, DESPUÉS DE 9 AÑOS… Bien sabemos que la perseverancia –final, en la vocación, etc.– es una gracia de Dios, pero esto no quita que Él pueda darnos otras gracias en orden…

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¡Ay del solo!

En un post de principio de año[1], hablando de las cosas que enseña la montaña, destacábamos lo que ayudan esos ámbitos para valorar el trabajo en equipo y, aplicándolo a la vida del alma, decíamos: “No hay ninguna duda de que cierta soledad es necesaria para la vida de oración y de intensa unión con Dios, pero ‘cierta soledad’, porque la soledad total reviste peligros difíciles de superar. Por algo dice la Escritura ¡ay del solo! (Ecc 4,10): en la vida intelectual por ser enseñados, en las decisiones por ser aconsejados, en la prudencia por aprender de lo experimentado por…

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¡Fiat voluntas tua!

Hablábamos en el post anterior del deseo de la santidad, de la importancia de querer realmente alcanzarla y de cómo Dios es el primer interesado en que lleguemos a ella. Podría alguno, sin embargo, quedarse con una idea un tanto vaga de lo que implica llegar a esa meta; decir, entonces, un “sí, quiero ser santo” pero con una idea de la santidad demasiado etérea, volátil, inaferrable y, por tanto –finalmente– inalcanzable. Demos, entonces, un paso más, y digamos con San Juan Pablo Magno “¿Qué es la santidad? Es precisamente la alegría de hacer la Voluntad de Dios”[1]. Este “conformar…

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¡Quiero ser santo!

Una vez la hermana religiosa de Santo Tomás le escribió preguntándole qué cosas eran necesarias para llegar a la santidad. El santo de Aquino era ya un teólogo reconocido y, probablemente, su hermana esperaría una especie de pequeño tratado sobre la perfección –hay libros que surgieron como respuesta a una pregunta por el estilo–, pero él no le respondió con un tratado, tampoco con algunas páginas, ni siquiera con una frase, solo escribió una palabra: “¡querer!”. “¡¡Quiero ser santo!!” Es lo que han dicho/pensado/escrito/rezado las almas que en todos los tiempos han llegado a la perfección. Siendo la santidad un…

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