Que sea un hombre

Hay un principio teológico importantísimo en el cual se apoya todo el edificio doctrinal de Santo Tomás de Aquino[1], que reza así: “la gracia no destruye la naturaleza sino que la perfecciona”; o dicho de otro modo “la gracia supone la naturaleza”. Aplicado puntualmente esto a la santidad, podemos citar a Chesterton: “todo santo es hombre antes que santo, y santo puede llegar a serlo cualquier hombre”, y también al P. Hurtado, quien titula estos párrafos sobre la santidad con un “Que sea un hombre”: “Un santo es imposible si no es un hombre; no digo un genio, pero un…

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Identificando al enemigo

Luego del “quiero ser santo” traducido como “quiero hacer la voluntad de Dios”, es necesario visualizar con claridad al enemigo. Estamos en un combate (Job 7,1), y no hay combate sin adversario, y no hay adversario capaz de ser vencido sino es conocido: “Lo que posibilita a un gobierno inteligente y a un mando militar sabio vencer a los demás y lograr triunfos extraordinarios es la información previa”[1]. (Sun Tzu) Tradicionalmente se conocen tres enemigos de nuestra santidad: el demonio, el mundo y la carne. Ésta es una verdad de perogrullo que no caduca a pesar de los años –en…

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¡Fiat voluntas tua!

Hablábamos en el post anterior del deseo de la santidad, de la importancia de querer realmente alcanzarla y de cómo Dios es el primer interesado en que lleguemos a ella. Podría alguno, sin embargo, quedarse con una idea un tanto vaga de lo que implica llegar a esa meta; decir, entonces, un “sí, quiero ser santo” pero con una idea de la santidad demasiado etérea, volátil, inaferrable y, por tanto –finalmente– inalcanzable. Demos, entonces, un paso más, y digamos con San Juan Pablo Magno “¿Qué es la santidad? Es precisamente la alegría de hacer la Voluntad de Dios”[1]. Este “conformar…

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¡Quiero ser santo!

Una vez la hermana religiosa de Santo Tomás le escribió preguntándole qué cosas eran necesarias para llegar a la santidad. El santo de Aquino era ya un teólogo reconocido y, probablemente, su hermana esperaría una especie de pequeño tratado sobre la perfección –hay libros que surgieron como respuesta a una pregunta por el estilo–, pero él no le respondió con un tratado, tampoco con algunas páginas, ni siquiera con una frase, solo escribió una palabra: “¡querer!”. “¡¡Quiero ser santo!!” Es lo que han dicho/pensado/escrito/rezado las almas que en todos los tiempos han llegado a la perfección. Siendo la santidad un…

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Dime qué lees…

Si bien el día internacional del libro (23 de abril) no tiene motivo religioso alguno, por si puede llegar a ser de utilidad, aprovechamos la ocasión para traer a colación algo escrito hace algunos años. En realidad, quizás hubiera sido mejor este título “dime si lees… y te diré quién eres”. La vida moderna con su avasallante y casi incontrolable tecnología, al agilizar y facilitar algunas cosas, parecería que nos tendría que dejar más tiempo para el “sano ocio”, tan apreciado en la antigüedad y solo alcanzable para quienes no tenían que dedicarse a otras actividades, por ej. al comercio…

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Corazón que busca corazones

Confieso que no me es sencillo escribir sobre el Sagrado Corazón de Jesús, debido a que no se trata de otra cosa que de escribir del amor de Dios por los hombres, y en Dios, sus actos no se distinguen de su ser, por tanto hablar de su amor es hablar de Él mismo, porque Dios es Amor (1Jn 4,8); y para hablar de Dios hay que conocerlo, y para conocerlo hay que amarlo, ya que “El nivel más alto del conocimiento de Dios brota del amor” (Benedicto XVI), y no considero que lo amo lo suficiente como para hablar/escribir…

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¿Por qué ser misioneros?

“¡Si se entendiera, si se supiera qué quiere decir misionero, todos querrían serlo!”. Citando esta idea del Beato Paolo Manna, alguien preguntó hace unos días si podría explicarla. Voy a intentar dar una respuesta en esta nueva entrada al blog; tengan en cuenta que no soy un experto en la materia, ni un desgastado misionero en tierras de gentiles. Así y todo creo que algo podemos decir al respecto. Disculpen que arranque bien de “atrás”, pero me parece que vale la pena: partamos por lo que es el Principio y Fundamento en los Ejercicios Espirituales y debe serlo en toda…

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¡No entristezcáis al Espíritu!

Entristecer a Dios… Hermoso antropomorfismo el de San Pablo (Ef 4,30), aplicado a lo que nosotros, misteriosamente, podemos producir en el Espíritu Santo de Dios, usando mal nuestra libertad. ¿Cómo evitamos ese “entristecer”, “apagar” o “extinguir”[1] el Espíritu? En primerísimo lugar evitando el pecado, que es lo más contrario a Dios y a nosotros que ha existido, existe y existirá. Hablando del Espíritu Santo, enseñaba San Cirilo de Jerusalén: “Y te ha de dar los dones de toda clase de gracias, si no le contristas por el pecado. Pues está escrito: «No entristezcáis al Espíritu Santo…”[2]. Este “evitar el pecado”…

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¡Danos la paz!

Decía San Juan Pablo II hace ya varios años que “La comunión con Dios es manantial de serenidad, de alegría, de tranquilidad, es como entrar en un oasis de luz y de amor” (21/04/04); creo que podemos resumir esa iluminadora frase diciendo que la comunión con Dios nos trae la paz. ¡Cuán importante es la paz! Y no solo para los pueblos -que es lo que generalmente se entiende cuando hablamos de paz-, sino para todos y en cada instante de nuestra vida. Por algo en la liturgia, que es “la cumbre hacia donde tiende toda la acción de la…

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¡Paraíso, paraíso!

La semana pasada tuve la gracia de dar los Ejercicios Espirituales a 23 sacerdotes: 22 religiosos del IVE y un diocesano. Una gracia… y un desafío. Como supondrán, predicar a los del “gremio”, agrega cierta “presión”, subjetiva en su gran parte pero presión al fin. Animaba mucho el considerar que cada sacerdote es un canal privilegiado de la gracia (¡para eso estamos!), y que, por tanto, no estaba dando los ejercicios a 23, sino a todas las almas que de un modo u otro, dependen de ellos. Quería compartir con Uds., adaptándolo solo un poco, lo que les prediqué en…

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