Lo que me enseñó la montaña (2)

Seguimos comentando algunas cosas aprendidas en las convivencias en la montaña junto con seminaristas y novicios. En camino: en los senderos, llamados “picadas”, existen marcas denominadas “pircas”; algunas están hechas con pinturas en los árboles, otras -en las partes más altas, donde ya no hay árboles- son pequeños montículos de piedras, a veces también pintadas y con un trozo de rama en la punta. Si el sendero es bastante transitado y, por tanto, está bien marcado, estas pircas pasan casi desapercibidas o forman parte del colorido y del folclore de la caminata o del ascenso pero, si el sendero es…

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Lo que me enseñó la montaña

He nacido en el llano, en plena pampa Argentina, de ahí que mis contactos con la montaña durante mi niñez y juventud, han sido prácticamente nulos. La cosa cambió, y no poco, al ingresar a la vida religiosa. Hice mi postulantado en la convivencia de novicios y seminaristas en Bariloche, hermosísimo lugar de montañas y lagos al sur oeste del país. Así fue que a pocos días de comenzar la nueva experiencia, me encontré con una mochila de varios kilos sobre los hombros, bajo un radiante sol de febrero, sediento y subiendo una pedregosa montaña. Menos mal que me lo…

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¡Un milagro en treinta días… seis veces!

Dios mediante, dentro de poco menos de un mes, dejaré de ser Maestro de Novicios, y entre las muchas gracias que el Señor me ha otorgado con este oficio, una no menor, es haber tenido el privilegio de predicar seis veces Ejercicios Espirituales de un mes –terminé los últimos hace escasos días. Se trata de los Ejercicios Espirituales llamados “típicos” y que San Ignacio recomendaba no darlos a cualquiera (para no perder el tiempo). De hecho, dejó escrito que son raros los hombres –raris hominibus– a quienes se les pueden dar los Ejercicios enteros. Y esto, como veremos, porque las…

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Madre, ¡sólo un suspiro!

Madre mía, sólo te pido una cosa: un suspiro. Tanto necesito de tu Hijo y tantas veces se lo he pedido; tengo fe de que Él escucha nuestras súplicas pero Madre, si mis súplicas llegan por medio tuyo, todo será distinto. ¡Un suspiro Madre, sólo un suspiro! No te pido que me mires, ni siquiera soy digno de eso, mira solo a tu Hijo que yo he puesto en esa Cruz y, mirándolo, suspira una vez por mi pobre alma. Ese anhelo, ese deseo tuyo por alcanzarme un favor de tu Hijo que expresarás en un suspiro, Madre mía, vale…

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¡Haberlo sabido antes…!

Más o menos a los 14 años comencé a ir a alguna Misa durante la semana –además de la dominical; no entendía en profundidad de qué se trataba pero sin duda la consideraba una muy buena manera de rezar. Visto en perspectiva, puedo dilucidar en esto un signo de mi vocación. Poco tiempo después, llegó a mis manos un pequeño libro de San Leonardo de Porto Mauricio titulado “El tesoro escondido de la Santa Misa”. No he vuelto a leerlo, por lo cual no recuerdo mucho el contenido, pero sí la tesis principal, la idea que el autor de un modo…

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¿Qué dicen de mí?…

Un alimento muy preciado, un verdadero bocatto di cardinale de nuestro “monstruo yo” que ya mencionamos, es la opinión de los demás sobre cada uno de nosotros, o sea qué opinan de “mí”… sí, otra vez este pronombre personal sale a nuestro encuentro… Es increíble lo condicionados que estamos con lo que piensen, opinen, digan o escriban sobre nuestras personas… Al comenzar estas líneas siento cierto nerviosismo… algo habrá… El respeto humano, el vano honor del mundo, el «qué dirán»… creaturas tan al borde del “no ser” que ni siquiera a veces pueden verse/sentirse/tocarse… un pensamiento, unas letras, un sonido…

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No es más que vino

–        ¿Qué hay en el cáliz? –        Vino. –        ¿Sólo vino?, ¡si se le acaba de agregar agua!… Esto sucede en cada Santa Misa: el sacerdote, antes de la consagración, luego de colocar en el cáliz el vino, agrega algunas gotas de agua. Gotas de agua que ni bien se mezclan con el vino, ya no se ven, se disuelven, se pierden, se transforman, se anonadan… Esta acción litúrgica tiene varios significados, y uno de los principales, es nuestra entrega en manos del Creador: así como esa agua deja de ser tal para ser vino, así el alma se debe…

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Si sólo tuviera una oportunidad…

Si Nuestro Señor Jesucristo se me apareciera en algún momento de mi vida y, cuál otro Genio de la lámpara, me diera la oportunidad de hacerle una sola petición y me concediera un solo deseo… ¿Qué le pediría? No le pediría un milagro, ya que sabemos que en los milagros que hizo en Su Vida terrena, tenía una ulterior intención y ésta era la conversión mediante la fe; en todo caso tendría que pedirle esto último que es lo más importante. Tampoco pediría dinero, ni salud, ni vida larga, ni… cualquier otra de esas migajas de felicidad que son las…

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En manos de Dios

Pasado… presente… futuro… Para quienes vivimos en el continuo rodar de las horas, o sea para quienes no participamos ni de la eternidad de Dios ni de esa atemporalidad de los ángeles; para nosotros, mortales peregrinos de este mundo, estas tres palabras tienen un significado demasiado profundo… Se dice que para poder conocer y juzgar una cosa, situación o persona, hace falta tomar cierta distancia de ella, teniendo en cuenta matices que la cercanía no deja percibir (como quien ve una pintura muy de cerca) para lograr así una visión de conjunto. Es así que para juzgar al hombre, más…

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Una Mirada…

Nadie puede dudar que existe el lenguaje de los gestos, que por no ser audible pasa a veces desapercibido – al menos para algunos – pero que de suyo no deja de ser muy expresivo y permite trasmitir cosas que muchas veces las palabras no tienen la capacidad de hacerlo. Entre ellos quizás el más significativo sea la mirada… ¡cuánto dice una mirada! La expresión de los ojos transmite lo que hay dentro del corazón, y así, puede humillar, herir, avergonzar, hacer titubear; pero si  está llena amor ¡qué bien que hace! Pensemos en un niño que estando solo quizás…

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