¿Somos los ilusos del 90%?
«La oración ignaciana, tal como aparece en el Memorial, es una oración ligada a la transformación interior de la persona: al dominio de sus pasiones, a la purificación de las afecciones desordenadas o falta de indiferencia, a la fortificación de la voluntad para llevar con constancia a la práctica una decisión tomada bajo la luz del Espíritu, etc»[1]. Gran verdad esta, relatada en la presentación del libro Recuerdos ignacianos, que contiene el Memorial de anécdotas que el P. Luis Gonçalves de Cámara recogiera para «profundizar en el conocimiento de San Ignacio»[2]. Gran verdad esta, decíamos, de unir la oración con…
La fuerza de la oración
El Catecismo de la Iglesia Católica[1] habla de la oración ex profeso en la cuarta y última parte, pero nos muestra, al comenzarla, que todo lo tratado anteriormente tiene relación con ella. De hecho, llama a las tres partes anteriores[2] «Misterio de la fe» y aclara: «este Misterio exige que los fieles crean en él, lo celebren y vivan de él en una relación viviente y personal con Dios vivo y verdadero. Esta relación es la oración»[3]. Por eso toda persona que se convierte, sea la primera o segunda conversión, comienza a tener vida de oración –o la intensifica–, porque…
La experiencia personal de un místico
Muy sabido es que los Ejercicios Espirituales fueron, en primer lugar, una experiencia personal de su autor. El P. Leonardo Castellani, jesuita en sus comienzos, gran sacerdote y católico siempre, lo expresa con aguda penetración en su Memoria presentada en la Facultad de Letras de París: «Este cuaderno contiene las experiencias ascéticas de un soldado del Renacimiento, y su elaboración por él mismo, de un método y un training (entrenamiento) aplicable a todos. ¿Se ha reflexionado lo suficiente sobre la enorme paradoja que tal hecho involucra? El hecho es éste: una experiencia religiosa concreta, una conversión ha sido como desindividualizada…
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¿Es necesario confesar exteriormente nuestra fe?
Nunca será excesivo, pero ya hemos hablado de Santo Tomás y de su preeminencia por encima de todos los doctores de la Iglesia en estos XX siglos (ver el post aquí); así que, aquí solo nos limitamos a exponer un artículo de la Suma Teológica “sin más”, para que, además de aprovechar lo que nos enseña, le perdamos el miedo a aquel libro que tuvo el honor de ocupar un puesto al lado de la Sagrada Escritura en el Concilio de Trento, como podemos ver en esta foto que acompaña a este párrafo :). Para mayor comprensión, lo único que…