“¡Ay del mundo por los escándalos!”

Antes de hablar del escándalo, digamos en primer lugar qué se entiende por tal: Etimológicamente, la palabra viene del griego scándalon, y significaría la piedra u obstáculo que se coloca en la senda con el peligro de tropezar en él y ser desviado o herido en el camino. Inicialmente tuvo un sentido físico y, por aplicación, pasó a designar el obstáculo moral. En sentido vulgar, significa la admiración, el horror o la indignación ante algo moralmente indecoroso. En sentido estricto, se define como un dicho o hecho menos recto que proporciona al prójimo ocasión de pecado.   ¿Se escandalizan de…

Leer más…

O tempora, o mores!

Esta exclamación, que podría traducirse como “¡Oh tiempos, oh costumbres!” es del célebre orador Cicerón (106-43 a.C.), quien se indignaba por la decadencia de las costumbres de su tiempo. Cambiando lo que haya que cambiar, esta expresión puede ser aplicada perfectamente a la realidad que nos circunda. No se trata, por supuesto, de un lúgubre e infecundo pesimismo, sino de mantener despierto el Sentido del escándalo, como lo hacía notar, no pocas veces el P. Hurtado, aplicándolo puntualmente al ámbito social: “Este estudio de nuestra doctrina social ha de despertar en nosotros, antes que nada, un sentido social hondo y,…

Leer más…

¡Ay del solo!

En un post de principio de año[1], hablando de las cosas que enseña la montaña, destacábamos lo que ayudan esos ámbitos para valorar el trabajo en equipo y, aplicándolo a la vida del alma, decíamos: “No hay ninguna duda de que cierta soledad es necesaria para la vida de oración y de intensa unión con Dios, pero ‘cierta soledad’, porque la soledad total reviste peligros difíciles de superar. Por algo dice la Escritura ¡ay del solo! (Ecc 4,10): en la vida intelectual por ser enseñados, en las decisiones por ser aconsejados, en la prudencia por aprender de lo experimentado por…

Leer más…

Dime qué lees…

Si bien el día internacional del libro (23 de abril) no tiene motivo religioso alguno, por si puede llegar a ser de utilidad, aprovechamos la ocasión para traer a colación algo escrito hace algunos años. En realidad, quizás hubiera sido mejor este título “dime si lees… y te diré quién eres”. La vida moderna con su avasallante y casi incontrolable tecnología, al agilizar y facilitar algunas cosas, parecería que nos tendría que dejar más tiempo para el “sano ocio”, tan apreciado en la antigüedad y solo alcanzable para quienes no tenían que dedicarse a otras actividades, por ej. al comercio…

Leer más…

Lo que me enseñó la montaña (2)

Seguimos comentando algunas cosas aprendidas en las convivencias en la montaña junto con seminaristas y novicios. En camino: en los senderos, llamados “picadas”, existen marcas denominadas “pircas”; algunas están hechas con pinturas en los árboles, otras -en las partes más altas, donde ya no hay árboles- son pequeños montículos de piedras, a veces también pintadas y con un trozo de rama en la punta. Si el sendero es bastante transitado y, por tanto, está bien marcado, estas pircas pasan casi desapercibidas o forman parte del colorido y del folclore de la caminata o del ascenso pero, si el sendero es…

Leer más…

Lo que me enseñó la montaña

He nacido en el llano, en plena pampa Argentina, de ahí que mis contactos con la montaña durante mi niñez y juventud, han sido prácticamente nulos. La cosa cambió, y no poco, al ingresar a la vida religiosa. Hice mi postulantado en la convivencia de novicios y seminaristas en Bariloche, hermosísimo lugar de montañas y lagos al sur oeste del país. Así fue que a pocos días de comenzar la nueva experiencia, me encontré con una mochila de varios kilos sobre los hombros, bajo un radiante sol de febrero, sediento y subiendo una pedregosa montaña. Menos mal que me lo…

Leer más…