San Ignacio y la Eucaristía

No hay duda que de todo Santo se puede afirmar aquello que Juan Pablo II aplica a la Iglesia, es decir, que vive de la Eucaristía[1], porque todo Santo vive de Jesús, y Jesús no solo está, sino que  es la Eucaristía. Así y todo, en algunos de estos campeones de la vida del espíritu, encontramos ciertas notas particulares, sobresalientes, tanto en lo personal como en su obra apostólica, en relación al Augusto Sacramento. Creemos que uno de esos casos es el del Santo de Loyola, bastaría para convencernos leer algunos de los varios libros que se han escrito al…

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San Ignacio y la Navidad

“No es posible dejar de ver en la vida de Ignacio una ternura y devoción especialísima al Santo Nacimiento de Jesucristo”[1], comenta en su biografía el P. Casanovas. Una de las pruebas de esto la podemos encontrar en el hecho de que, luego de ser ordenado sacerdote, dilató durante un año y medio la celebración de su primera Misa, con la intención de poder hacerlo en el mismo lugar del nacimiento del Señor. El dato preciso que tenemos es que “Había determinado, después que fuese sacerdote, estar un año sin decir misa, preparándose y rogando a la Virgen que le quisiese…

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Digno es el Cordero

San Juan Pablo II ha llamado a la Misa “el cielo en la tierra” explicando que “la liturgia que celebramos en la tierra es una misteriosa participación en la liturgia celestial”[1]. Esta verdad es la que descubrió, emocionó y convirtió al evangélico calvinista Scott Hahn quien, antes de este hecho del todo trascendental en su vida, pensaba que “la Misa era el mayor sacrilegio que un hombre podía cometer”[2]. Y descubrir esta verdad lo llevó a escribir un libro, recomendable por cierto[3], para defenderla y mostrarla. Para él era toda una novedad –y puede que lo sea también para nosotros…

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“Sobreabundancia de la gracia” (Rm 5,17)

Hace unos días, más exactamente el 3 de diciembre, llegué, junto con mis compañeros, al décimo aniversario de ordenación sacerdotal, y no puedo dejar pasar la oportunidad sin mencionarlo. No haré una profunda reflexión sobre el sacerdocio, ya que aún con diez años no me creo capaz –y no sé si alguna vez lo seré–; solo esbozaré un público agradecimiento a Dios, porque estimo que en justicia debo hacerlo, por haberme prodigado su gracia de manera sobreabundante[1]. Misericordiosamente investidos de este ministerio[2], dirá San Pablo, agregando: llevamos este tesoro en recipientes de barro[3]. Me parece que en estos dos versículos…

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Porque no eres frío ni caliente

Estamos ante una de las frases más fuertes de la Escritura; Jesús, que aparece como el Amén, Testigo fiel y veraz, dice: Porque eres tibio, te vomitaré de mi boca. Copiemos la cita entera para mayor claridad: Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca. (Ap 3,15-16) Por frío se entiende obviamente el que está en pecado o lejos de una vida espiritual seria; por caliente, todo lo contrario, quien lleva una vida fervorosa; por tibio, de…

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Lo que me enseñó la montaña (2)

Seguimos comentando algunas cosas aprendidas en las convivencias en la montaña junto con seminaristas y novicios. En camino: en los senderos, llamados “picadas”, existen marcas denominadas “pircas”; algunas están hechas con pinturas en los árboles, otras -en las partes más altas, donde ya no hay árboles- son pequeños montículos de piedras, a veces también pintadas y con un trozo de rama en la punta. Si el sendero es bastante transitado y, por tanto, está bien marcado, estas pircas pasan casi desapercibidas o forman parte del colorido y del folclore de la caminata o del ascenso pero, si el sendero es…

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Lo que me enseñó la montaña

He nacido en el llano, en plena pampa Argentina, de ahí que mis contactos con la montaña durante mi niñez y juventud, han sido prácticamente nulos. La cosa cambió, y no poco, al ingresar a la vida religiosa. Hice mi postulantado en la convivencia de novicios y seminaristas en Bariloche, hermosísimo lugar de montañas y lagos al sur oeste del país. Así fue que a pocos días de comenzar la nueva experiencia, me encontré con una mochila de varios kilos sobre los hombros, bajo un radiante sol de febrero, sediento y subiendo una pedregosa montaña. Menos mal que me lo…

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¡Haberlo sabido antes…!

Más o menos a los 14 años comencé a ir a alguna Misa durante la semana –además de la dominical; no entendía en profundidad de qué se trataba pero sin duda la consideraba una muy buena manera de rezar. Visto en perspectiva, puedo dilucidar en esto un signo de mi vocación. Poco tiempo después, llegó a mis manos un pequeño libro de San Leonardo de Porto Mauricio titulado “El tesoro escondido de la Santa Misa”. No he vuelto a leerlo, por lo cual no recuerdo mucho el contenido, pero sí la tesis principal, la idea que el autor de un modo…

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