Este país huele a podrido
Vaya a saber por qué, pero lo cierto es que no es raro que el demonio se dé a conocer entre otras cosas por el olfato. Sin duda que no es para nada la manera principal –para eso tenemos el discernimiento de espíritus–, pero en situaciones sobre todo extraordinarias, no suele faltar. Y así por ejemplo aquella de las pocas veces en que San Juan de la Cruz erró en su discernimiento sobre una mujer que quería entrar a la vida religiosa y tenía ciertos misticismos que hacían dudar de su idoneidad; una vez entrada al convento, cuando descubrieron que…