26 años de sotana, la ley y el Papa

Hoy, con un corazón profundamente agradecido, cumplo, con mis compañeros de curso, 26 años desde que recibí la sotana. ¡Cuánta gracia, cuánta misericordia! La sotana, que desde aquel día forma parte de mi vida, no es solo una prenda, ni mucho menos un símbolo vacío o una costumbre anticuada: es un signo visible de una entrega invisible, un recordatorio constante del “sí” dado a Dios y una predicación silenciosa en medio del mundo. Decía el P. Villoslada, hablando de San Ignacio y su opción por la sotana como hábito religioso: La mayor semejanza, para el vulgo, estaba en el modo…