Que los traicione el corazón…

(Carta escrita a los novicios, antes de su primera profesión) Queridos “quasi” profesos: Hubiera querido poder escribirles estas líneas con un poco más de tiempo, pero no me ha sido posible. Así y todo les envío la idea, el fondo, aunque la forma no sea la mejor que podría haber sido. Mañana hacen su primera profesión!! Inolvidable momento para todo religioso… recuerdo muy bien aquel 25 de marzo del 2000 cuando fue mi turno… Estuvimos juntos un año para que ustedes mostraran a la Iglesia, al Instituto, y a ustedes mismos, que son capaces de prometerle a Dios ser castos,…

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Señor: ¡Que no se diga!

Que no se diga, Señor, que los tiempos son tan malos que ya no hay lugar para los santos… Que no se diga que el mundo está tan agresivo, que ya no se lo puede vencer, o que la carne está tan exacerbada que no se la puede parar, o que el demonio “anda suelto” y ya no se lo puede esquivar… Que no se diga, Señor, que una buena familia –numerosa, unida, católica– no se puede formar, que un buen religioso –pobre, casto y obediente– ya no se puede hallar, o que un “verdadero” joven –puro, piadoso, leal– no…

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El Cielo y la Cruz

¡Comenzamos un año más de noviciado! Es el sexto año en el que Dios me da la gracia de ver a los nuevos candidatos (¡este año 34!), con esa alegría propia de quien ya ha dicho su sí al Señor. Las primeras palabras, como otros años, fueron en orden a presentar la cruz de Cristo, esa cruz que los ha atraído a la vida religiosa. Sin ponernos de acuerdo, desde distintos puntos de vista, en la Lectio Brevis[1] y en el sermón la primera Misa del año, ambos, con el P. José Hernández, predicamos sobre esa cruz. Pero al mirar…

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