La realidad se impone y negarla no hace nada bien, jamás. Hace unos 50 años atrás, Mons. Fulton Sheen ya comentaba que no estábamos en la cristiandad y que, para comenzar a revertir la situación, era necesario en primer lugar, reconocerlo.
Además, para que ese cambio se dé, se requerirá también buscar las causas, ya que como es evidente, si no se cambian las causas, intentar cambiar los efectos es una quimera. Además, como dice el Angélico, «existe en el hombre un deseo natural de conocer la causa, cuando contempla el efecto»[1].
Justamente eso es hacer ciencia, que no es otra cosa que el “conocimiento cierto por las causas”; y la filosofía, la mayor de las ciencias humanas, es lo mismo pero llevado a las últimas consecuencias: “conocimiento cierto por las causas últimas”, que son, a su vez, las causas primeras.
Bien, por supuesto que no haré ningún tratado aquí ni científico ni filosófico; solo mostraré un problema y esbozaré una posible causa, en orden a que cada uno de nosotros, en cuanto pueda y le toque, busque de revertirlo, para mayor gloria de Dios y bien de las almas. Y esto en el contexto del domingo del Buen Pastor (se me fue casi una semana… hacemos lo que podemos).
Caída en picada de las vocaciones
Una de las maneras de reconocer que ya no estamos en la cristiandad es ver el descenso evidente y abrumador de las vocaciones religiosas. Aquí un gráfico que lo muestra a las claras; y aunque llega hasta el 2000, no hay motivos –ni causas ni efectos– para pensar que ha mejorado, al menos en lo que respecta a las congregaciones antiguas.
Yendo a los números, tomados del Anuario Pontificio: entre 1965 y 2020 los Franciscanos Menores pasaron de 27.140 a 13.149 miembros, una caída del 51,55%. Los Capuchinos descendieron de 15.838 a 10.461, una reducción del 34%. Los Dominicos también disminuyeron de 10.091 a 5.753. Los Jesuitas, que en 1965 eran 36.038, se redujeron a 15.591 en 2020, perdiendo el 57% de sus miembros. Los Pasionistas pasaron de 4.288 a 1.940, y los Redentoristas de 8.858 a 4.986. Los Oblatos de María Inmaculada cayeron de 7.607 a 3.828, y los Salesianos de 22.042 a 14.932. Y un dato de congregaciones femeninas: las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul bajaron de 45.040 a 14.070 miembros, lo que representa una disminución del 68%. El promedio total es de 48,27%….
Notemos que estamos ante congregaciones antiguas; no sucedió así en las congregaciones que nacieron después del Concilio Vaticano II. Y si bien hablamos en general de vocaciones religiosas, salvo el caso de las Hijas de la Caridad, todas las demás órdenes cuentan con miembros sacerdotes (y en la mayoría, la mayor parte de ellos). A esto habría que agregar que, las vocaciones al clero secular (diocesanas) también disminuyeron notablemente en especial en Estados Unidos y Europa[2].
Causas: los obispos y la tradición
El año de partida de las estadísticas es justamente el año de fin del Concilio Vaticano II, pero por supuesto que el Concilio no es el culpable. Sí lo es el llamado “espíritu del Concilio”, el mismo que produjo entre otras cosas, que se eligieran “malos” obispos, es decir, obispos que no aceptaran la tradición y se abrieran, erróneamente, al mundo.
Y no lo digo yo, sino el mismo Papa Benedicto XVI en una llamativa misiva escrita ya siendo emérito. Está haciendo un análisis de los motivos de los abusos dentro de la Iglesia, pero lo que dice, a mi modo de ver, se aplica perfectamente al tema que estamos tratando; afirmaba el Papa teutón:
Como el criterio para la selección y designación de obispos también había cambiado luego del Concilio Vaticano II, la relación de los obispos con sus seminarios también era muy diferente. Por encima de todo se estableció la “conciliaridad” como un criterio para el nombramiento de nuevos obispos, que podía entenderse de varias maneras.
De hecho, en muchos lugares se entendió que las actitudes conciliares tenían que ver con tener una actitud crítica o negativa hacia la tradición existente hasta entonces, y que debía ser reemplazada por una relación nueva y radicalmente abierta con el mundo. Un obispo, que había sido antes rector de un seminario, había hecho que los seminaristas vieran películas pornográficas con la intención de que estas los hicieran resistentes ante las conductas contrarias a la fe.
Hubo –y no solo en los Estados Unidos de América– obispos que individualmente rechazaron la tradición católica por completo y buscaron una nueva y moderna “catolicidad” en sus diócesis. Tal vez valga la pena mencionar que en no pocos seminarios, a los estudiantes que los veían leyendo mis libros se les consideraba no aptos para el sacerdocio. Mis libros fueron escondidos, como si fueran mala literatura, y se leyeron solo bajo el escritorio[3].
Esa “nueva catolicidad” de corte progresista, que hacía de cuenta que la Iglesia había comenzado en el Concilio Vaticano II –y, como consecuencia, entendiéndolo mal– producía, evidentemente, mala formación en los Semanarios y en las congregaciones religiosas.
Hablando de la formación, afirma nuestro directorio de vocaciones[4], que «Sin buena formación Dios no bendice con abundancia de vocaciones», el cual continúa con estas dos clarísimas referencias de San Juan Pablo II:
[Hay] que hacer intensos esfuerzos por fomentar las vocaciones y procurar la mejor formación sacerdotal posible en los seminarios. Abundancia de vocaciones y una eficaz formación de los seminaristas: he aquí dos pruebas de la vitalidad de la Iglesia[5].
Lo que hay que hacer es buscarlas y luego, cosa muy importante, es preciso encontrar para estas vocaciones una formación adecuada. Diría que la condición de una verdadera vocación es también una formación justa. Si no la encontramos, las vocaciones no llegan y la Providencia no nos las da[6].
El Papa León, la tradición y las vocaciones
Publico esto 9 días después de asumir como Papa Mons. Prevost y, por tanto, podría tachárseme de apresurado en cuanto a ciertas afirmaciones. Pero por supuesto que no estoy haciendo una descripción de su pontificado, sino solamente hago alusión con mucha alegría a algunas declaraciones del Sumo Pontífice reafirmando la tradición y la importancia de las vocaciones.
En cuanto a la tradición, aquello que es recibido y que hay que custodiar, en su primera homilía ante los Cardenales, afirmó[7], que la fe confesada por Pedro ante el Señor (cf. Mt 16,16) «expresa en síntesis el patrimonio que desde hace dos mil años la Iglesia, a través de la sucesión apostólica, custodia, profundiza y trasmite». También declaró que «El Papa, como Sucesor de Pedro, recibe este tesoro para ser su fiel administrador en favor de todo el Cuerpo místico de la Iglesia».
Unos días después puso énfasis particular en las tradiciones de las Iglesias Orientales[8], a las que se considera “preciosas” y que «custodian tradiciones espirituales y sapienciales únicas», y habló de «tesoros inestimables para la Iglesia», refiriéndose a los padres antiguos, los Concilios y el monacato.
Tampoco tuvo problemas el Santo Padre en afirmar que la Iglesia puede molestar por decir la verdad, con lo cual muestra a las claras cómo debemos relacionarnos con el mundo:
La Iglesia no puede nunca eximirse de decir la verdad sobre el hombre y sobre el mundo, recurriendo a lo que sea necesario, incluso a un lenguaje franco, que inicialmente puede suscitar alguna incomprensión[9].
Y sobre las vocaciones, en el Regina Coeli del domingo del Buen Pastor[10] afirmaba:
Hoy pues, hermanos y hermanas, tengo la alegría de rezar con ustedes y con todo el Pueblo de Dios por las vocaciones, especialmente al sacerdocio y a la vida religiosa. ¡La Iglesia los necesita! Y es importante que los jóvenes encuentren en nuestras comunidades: acogida, escucha, estímulo en su camino vocacional, y que puedan contar con modelos creíbles de entrega generosa a Dios y a sus hermanos.
Y para terminar, enfatizó: «Y a los jóvenes les digo: “¡No tengan miedo! ¡Acepten la invitación de la Iglesia y de Cristo Señor!”» Difícil no recordar la misma frase, que, con tanta fuerza, el Papa Juan Pablo II abrió su pontificado: «Non abbiate paura»[11].
Y unos días después, a los hermanos de las Escuelas Cristianas[12] les decía:
Espero que las vocaciones a la vida religiosa lasallista crezcan, que sean alentadas y promovidas, tanto en sus escuelas como fuera de ellas, y que, en sinergia con todos los demás componentes formativos, contribuyan a inspirar caminos de santidad alegres y fecundos entre los jóvenes que las frecuentan.
Conclusión
Ante este panorama, lejos de resignarnos o caer en el desaliento, debemos tomar conciencia de nuestra responsabilidad personal y eclesial. No es tiempo de callar ni de acomodarse, sino de volver a la Tradición viva de la Iglesia, esa que no envejece porque es portadora del depósito revelado y de la gracia de los sacramentos.
La crisis de vocaciones no es solo un dato sociológico: es un clamor espiritual. Por eso, urge que todos —laicos, consagrados, sacerdotes— vivamos con fidelidad, gratitud y celo el don de la Tradición, sin nostalgias estériles, pero también sin traiciones disfrazadas de modernidad. La fecundidad espiritual de la Iglesia depende, en buena medida, de su fidelidad a lo que ha recibido.
Y en este camino, no olvidemos a quien el mismo Cristo ha puesto como Sucesor de Pedro: recemos por el Papa, para que sea fiel custodio del depósito de la fe, valiente testigo de la verdad y padre para todos los creyentes. Que lo sostenga el Espíritu Santo y lo acompañe nuestra oración perseverante.
Porque, como él mismo ha dicho: la Iglesia necesita vocaciones, y los jóvenes necesitan comunidades que les abran el alma a Dios. No tengamos miedo: la fidelidad da frutos, y donde hay santidad, habrá vocaciones.
Ave María… y adelante!!
[1] Suma Teológica, Iª q. 12 a. 1 co.
[2] En América del Sur se mantuvieron y en Asia y África aumentaron.
[3] El documento de Benedicto XVI sobre la Iglesia y los abusos sexuales
[4] Instituto del Verbo Encarnado, Directorio de Vocaciones, n. 87.
[5] Juan Pablo II, Homilía en el Seminario Mayor Regional de Seúl (3-5-1984); L’Osservatore Romano (13-5-1984) 2.
[6] Diálogo con los periodistas en el vuelo Roma-Montevideo (7-5-1988); L’Osservatore Romano (19-6-1988) 23.
[7] León XIV Homilía del Santo Padre León XIV durante la Santa Misa pro Ecclesia celebrada con los Cardenales. Capilla Sixtina, 9 de mayo de 2025.
[8] Leone XIV, Discorso del Santo Padre Leone XIV ai partecipanti al Giubileo delle Chiese Orientali, 14 de mayo de 2025.
[9] León XIV, Discurso del Santo Padre León XIV al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Sala Clementina, viernes 16 de mayo de 2025.
[10] León XIV, Regina Caeli. Logia Central de la Basílica de San Pedro. Domingo, 11 de mayo de 2025.
[11] De la Homilía de san Juan Pablo II, papa, en el inicio de su pontificado.
[12] León XIV, Discurso del Santo Padre León XIV a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Jueves, 15 de mayo de 2025.
Rezamos Padre 🛶
Oramos por el Santo Padre León XIV y que su pontificado este lleno de frutos buenos para el Señor Jesús. Oramos por las vocaciones igualmente.
Cómo ne gustan siempre sus comentarios, me hacen reaccionar y como a mi, lo harán a muchas más personas ., además que no tenemos la formación necesaria para lo que oímos y vemos poderlo aplicar a nuestro camino. Usted nos da mucha formación y educación en la fe. GRACIAS .
Rhina de El salvador
TODO LO MENCIONADO ES MUY CIERTO, SIEMPRE QUIZE SER SACERDOTE A LOS 32 AÑOS EN LOS FRANCICANOS CAPUCHINOS Y A LOS 36 EN LOS AGUSTINOS, PERO MI FE NO ESTABA BIEN DEL TODO.GRACIAS Y BENDICIONES ABUNDANTES.
Tan cierto padre, las vocaciones muchas terminan siendo estériles. Ingresan a los seminarios enamorados de Dios y qué pasa después… Hace menos de un mes un muchacho de mi ciudad ingresó al seminario. Una despedida hermosa. Él muy emocionado en la celebración. Dos semanas y se volvió… Qué encontró, qué vió, qué lo desanimó tanto. UN AÑO de seguimiento con el sacerdote. La Comunidad reza por Él.
Agradezco mucho esta explicación sobre la disminución de vocaciones sacerdotales y religiosas. Es una información que la reenviaré a muchos católicos que están tan perdidos como he estado yo, y sí, a orar mucho porque Dios nos escucha y atiende nuestras súplicas que también dirigimos a Nuestra Madre María de Nazaret.
Ave María y adelante.
Muchísimas Gracias P. Gustavo Lombardo por la reflexión sobre datos de la realidad y hablar de ‘ las causas ‘. Soy Catolica sin grandes conocimientos, pero si observo que el Tesoro de la Iglesia fue dado por CRISTO, y no puede ‘ modernizarse’, la Verdad es para siempre, y es muy importante que sus representantes sean ‘fieles’ a ello con su ejemplo y palabras, por más que no se entiendan por muchos, hay que buscar entenderlas, y concluyo con una palabra dicha casi cuando asumió el Papa LEON XIV , que ‘ debemos ser FIELES ‘ !!!
Muchas gracias por este espacio
🇦🇷 ARGENTINA, Mónica,
Roberto. La coherencia es la clave de todo buen propósito, en un mundo incoherente no podemos dejarnos engañar por el enemigo, si ahora lo bueno le dicen a lo malo y lo malo le dicen a lo bueno se ha perdido batallas pero no la Guerra que ya sabemos está ganada..lo importante es la permanecía..si ya descubrimos a Dios por cauda de El lo que podemos esperar es vivir el El..pero sobre toda manera de pensar morir en El. .bendiciones
Rezamos por nuestro santo Padre, por muchas vocaciones y santos sacerdotes y religiosas, por un mundo católico unidos en Cristo.