No es raro escuchar en ambientes eclesiásticos que el Seminario es “un trago amargo que hay que tolerar” para llegar al sacerdocio. Cuando uno escucha esto agradece a Dios por haber sido formado en “La Finca” (así llamamos a nuestro Seminario religioso de San Rafael, Argentina, donde pudimos vivir totalmente lo contrario).
Por esas cosas de la Providencia me tocó vivir en La Finca durante ocho años (seis como seminarista y dos como formador). Nunca antes había estado en un mismo lugar tanto tiempo (por cambio de casas, pueblos, etc.) y puedo decir con toda verdad, sin quitarle en absoluto mérito a mi familia, que esos años fueron los más hermosos que he vivido. ¿Por qué?… No es fácil de explicar algo así, pero intentaré hacerlo; quienes lo han experimentado me entenderán fácilmente y podrían escribir cosas todavía más hermosas al respecto.
La vida comunitaria
Comienzo por lo que primero me llamó la atención cuando era postulante, a comienzos de 1999, y fue el hecho de ver a más de 100 jóvenes –y algunos no tanto– que dejándolo todo lo siguieron (Lc 5,11). Esto era muy motivante y llenaba de una especial alegría. Uno, luchando contra la común “extrañitis” de los primeros días, pensaba que había hecho algo heroico en secundar la vocación… y veía a su alrededor jóvenes (talentosos, inteligentes, convencidos, generosos, etc.) que habían consagrado su vida a Dios desde hacía tiempo, y lo vivían con una alegría y una naturalidad que arrastraban.
Con el pasar de los años esta experiencia continuó sustancialmente igual, tomando por supuesto algunos matices diferentes. Se vive en La Finca de una manera bien patente aquello que leemos en nuestras Constituciones [n. 90] “Un hombre junto con otro en valor y en fuerza crece, el temor desaparece, y escapa de cualquier trampa”. Imposible olvidar esos momentos de vida comunitaria, sobre todo después de trabajos muy arduos (misiones, jornadas, etc.) o compartiendo un humilde “pan con dulce” que en esas circunstancias y con tales compañías sabe más delicioso que un costoso caviar. También quedan grabados en la retina los momentos de recreación y de festejos por motivos que nunca faltan. De ahí aquello que hemos escuchado y repetido “de fiesta en fiesta hasta la gran Fiesta (el cielo)”.
El secreto quizás esté en que Jesucristo se hace presente en cada uno de esos momentos según aquello de donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18, 20).
La formación intelectual y el apostolado
A Dios gracias, siguiendo los lineamientos de la Iglesia y por tanto bajo el magisterio de Santo Tomás de Aquino, la formación intelectual que se nos ha dado en La Finca es bien sólida. Y como el hombre tiene como vocación “ser buscador de la verdad”, como decía el Papa en el 2007, esto trae una alegría propia, espiritual, como quien descansa en la posesión del bien, ya que no hay bien como la verdad.
Y a esto hay que agregarle que La Finca nos ha enseñado a buscar la verdad en sí misma –ya que toda verdad nos lleva a la Verdad, que es Jesucristo–, y a su vez, a tratar de alcanzarla para darla después a los demás, dejando de lado todo tipo de intelectualismo egoísta y estéril. Para muestra basta un botón: durante varios años de seminarista estuve de apostolado con un grupo de jóvenes bien difíciles de uno de los barrios más complicados de San Rafael: “Los locos del Sagrado Corazón”, más conocidos como los “Come-pizas”, ya que el modo de atraerlos era invitándolos a compartir unas buenas pizas, además del infaltable partido de fútbol. Esto tenía (tiene) lugar todos los viernes a eso de las 20hs, y a ese horario terminaban generalmente las Jornadas Tomistas. De este modo uno se encontraba en un momento sentado en nuestra “aula magna” (el comedor ampliado) escuchando hablar por ej. de qué sucede, desde el punto de vista filosófico-teológico, con la sustancia de pan luego de la Transustanciación en la Misa, e instantes después estaba pateando una pelota de fútbol con un grupo de jóvenes en el cual uno tarareaba una cumbia y el otro profería palabras no dignas de repetirse en este texto. Esto, además de formarnos en el verdadero amor por las almas ya que difícilmente algún consuelo sensible se podía mezclar al tratar a estos jóvenes, era una manera bien gráfica de hacernos entender de que se estudia por Dios y por las almas, las cuáles mientras más lejos estén de Él, más requieren de nuestra atención.
Los formadores
Otro punto destacable y muy importante de lo que nos dio La Finca, es el ejemplo y cercanía que nos mostraron nuestros superiores y directores espirituales. Tapados de trabajo, siempre los hemos visto como un ejemplo del amor sacrificado por la verdad, de una admirable paciencia y disponibilidad para atendernos y ayudarnos, siempre buscando el bien de nuestras almas. Tal es así que en la vida como sacerdote (y en mi caso Maestro de Novicios) muchas veces viene a mi mente lo que vi hacer a ellos en mis años de formación. Al momento de investigar o estudiar, inconscientemente se viene a la cabeza tal o cual sacerdote, cómo lo hizo él, como lo haría en mi lugar; si hay que tratar con los demás en situaciones difíciles o con caridad exquisita, también… este o aquel ejemplo que nos dieron aparece casi instintivamente; lo mismo si hay que predicar, visitar una casa, “crear” un momento de alegría, etc., etc. A veces me encuentro dando un consejo y repitiendo a tal punto lo que alguna vez me dijeron en La Finca, que me parecería que si no cito al autor del consejo estoy haciendo un plagio…
Ni qué decir de los momentos de oración, que sustentan todo lo demás. Por algo el P. Buela nos enseña el paralelismo que hay entre el modo en el cual el seminarista participa de la Misa y como lleva adelante el resto de las actividades: “el Seminario es la Misa”. Así como Moisés debía construir el Santuario según el modelo que Dios mismo le mostró en el Sinaí, así de algún modo La Finca ha sido para mí (nosotros) ese modelo a seguir, adaptándolo a cada circunstancia, tiempo, etc.
Sin duda que también hay defectos en quienes vivieron y viven en La Finca –¡¿dónde no los hay?!–, e igualmente cruces; pero son justamente esos defectos los que hacen ver con más claridad que la obra es de Dios, y esas cruces las que dan la verdadera alegría, que no puede darse sin ella.
Hay en nuestra recordada Finca un no sé qué… un “olor a gracia” como dijo alguien por ahí, que eleva a Dios a los que viven en ella y a los que tienen algún contacto con ella.
Por algo la recordamos con tanto cariño; por algo los nuestros que no la conocen viajan desde muy lejos para hacerlo; por algo a los misioneros Argentinos que vuelven a su patria ni se les cruza por la cabeza no pasar no visitarla; por algo los Novicios anhelan terminar el Noviciado para poder vivir allí; por algo se han formado en ella unos 260 sacerdotes que están esparcidos en 74 jurisdicciones eclesiásticas en las que el IVE está presente (en 37 países); por algo, como le escuché a uno de mis formadores “no hay mejor lugar de misión que La Finca”…
Algunos pensarán que son demasiadas alabanzas las que he escrito (ya les hablaba arriba de que no sería fácil de que lo entendiesen…) ¿Exageración? Quizás.., pero si se ha dicho con verdad que son benditos los pies de quienes anuncian el Evangelio, por qué no llamar bendita la tierra que durante siete años cobija a esos apóstoles en formación.
¿Exageración? Quizás… pero sólo estoy tratando de parafrasear aquella frase de Marcelo Morsella, quien dijo de ella “la vida aquí es un anticipo del cielo, nunca estuve tan feliz”.
¿Por qué escribir estas cosas? Será porque como leí por ahí “todo el mundo puede escribir un libro interesante si expone sencilla y sinceramente todo lo que le ha sucedido”; será quizás también para dar gracias públicamente por la formación recibida, ya que no me lo permitieron hacer en mi primera Misa –que nunca tuve como tal– muy probablemente por lo que recibí en La Finca.
¡Aguante La Finca! ¡Aguante nuestra Casa Madre! ¡Gracias P. Buela! ¡Gracias a todos los formadores!
P. Gustavo Lombardo, IVE
Maestro de novicios en Chile
PD: agrego debajo unos versos –que el P. Andrés Ayala hizo canción– salidos de la talentosa pluma del P. Miguel Sacco, viudo, abuelo de un novicio.
CHACARERA DE LA FINCA
No hay lugar como la Finca,
aquí se vive feliz,
y aunque el día esté nublado,
nunca su cielo esta gris.
No hay lugar como la Finca,
con sus días y sus noches,
vividos con alegría,
hasta llegar al derroche.
No hay lugar como la Finca,
donde la naturaleza,
despliega todo su encanto,
bajo su manto de estrellas.
Chacarera, chacarera,
chacarera de la Finca,
no existe lugar que sea,
más alegre en esta vida.
No hay lugar como la Finca,
porque en ella está Jesús
y su Madre Dolorosa,
velando junto a la Cruz.
No hay lugar como la Finca,
y perdone que le insista,
es por eso que la encuentra,
llena de seminaristas.
me encanta tu comentario y mi formacion también esta llena de recuerdos lindos de mi estructura como misionero de yarumal en Medellin y creo que cada uno habla según lo halla vivido yo lo hice con alegría y mucha felicidad gracias y todos lo que hemos sido formados con espíritu de entrega y generosidad hoy lo vivo con entrega en Colombia un abrazo en el señor Jesús.
Qué bueno, Gildardo! A Dios gracias! Ave María y adelante!
Es verdad¡¡¡¡ yo pasé por allí unas horas, y cuando salí era otra persona….
Querido Padre Gustavo:
Me alegró tanto leer este comentario. Mi hijo comienza este año su camino en «La Finca» y todo lo que ud. dice confirma lo que percibí en las dos oportunidades que estuve allí.
Que Dios siga bendiciendo abundantemente esta congregación salida de sus manos
Qué bueno! Acá lo tengo a Pablo haciendo sus Ejercicios Espirituales de mes, todo está muy bien!
No puedo dejar de escrbir, porque pienso que escribiste estas lineas padre, porque cualquier joven que las lea se verá animado a descubrir ese maravilloso sitio donde de alguna manera se puede vivir el cielo en la tierra. Y cuantas madres de pequeños santos hijos varones nos sentiremos mas animadas en nuestra oración para ofrecer nuestros niños si ese fuera el querer de Dios.
Tenes padre la autoridad que te da el ser feliz, esa autoridad que yo creo que es la mas legítima, esa autoridad que tiene todo «buen pastor» la única que arrastra y convence.
Gloria a Dios por tu sacerdocio.
al lee esta experiencia de la finca, dan ganas de pasar por ahi,
ojala algun día se inicie algo en El Salvador, Ca. pues el cristianismo por estas latitudes esta muy mediocre.
sld
Realmente me parece increible la gran mision que Ustedes los del Verbo Encarnado de la Luz realizan aqui en Chile y gran parte del mundo. Doy gracias infinitas a dios por haberme Yo puesto en contacto con el Padre Gustavo y espero que con toda la congregacion y conocer en persona a todos sus discipulos activos al servicio de la iglesia catolica; apostolica y romana en todo msu esplendor. Que dios los bendiga siempre por los siglos de los siglos. Amen. Sinceramente su humilde servidor: Jorge Briceño Cavallo.
!Hola Padre Gustavo!,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,soy María Mónica Juliana Espejo.
Entré en su página y me gustó mucho!………………!tiene muchas cosas buenas, lindas y muy aplicables a la vida de cada uno de nosotros según la vocación de cada uno. Entreguémosle nuestro corazón, nuestra vida………..!en fin todo a Nuestro señor Jesucristo! que como excelente Padre nos guiará hacia Su reino Celestial.
Me encantó haber leido este testimonio. Ojalá tuviéramos más gente con ese Don que usted tiene. Saludos!
Muchas gracias, Andrés! Pero no es pa’ tanto!… Bendiciones!
Que maravilloso testimonio muchas felicidades y que nuestro Padre continúe llamando a más jóvenes con sus experiencias y motivaciones.
Orando siempre por esas vocaciones Sacerdotales y principalmente por los Santos del IVE.
Muchas bendiciones Padre Gustavo.
Hermosa historia, de todo me quedo con estas lineras.
“Hay en nuestra recordada Finca un no sé qué… un “olor a gracia” como dijo alguien por ahí, que eleva a Dios a los que viven en ella y a los que tienen algún contacto con ella.”
Esas líneas son para mí, lo que he vivido y sentido desde que conocí a Ejercicios Espirituales IVE en Línea desde hace 3 años. Y por supuesto, mi Madre Santísima con su dulce compañía desde hace 13 años de mi consagración a Jesús por medio de Maria. Por la gracia de Dios.
Gracias padre Gustavo, leo su historia en la finca y parecería estar ahí, con su testimonio de vida que nos da en Ejercicio Espirituales, Consagración a Maria, Tercera Orden, todos los Bloques que recibimos, puedo ver lo que viven en la finca.
Y el testimonio de vida de los Sacerdotes en medio de guerra y los que están en donde nunca antes se ha evangelizado, y salvando Almas.
Amen y gloria a Dios.
¡Muy hermosas líneas P. Gustavo! y como decía alguien en los comentarios, de mucho provecho para nosotros los laicos para hacer vida en nuestra vida cotidiana e inculturizar el Evangelio en todas partes.
Ave María y Mar Adentro 🌊