Para conocer la realidad Dios nos ha regalado los 5 sentidos y la razón, la cual nos permite conocer las cosas tal cual son, aferrarlas, hacerlas nuestras. Todo esto es muy bueno pero no alcanza… no alcanza para explicar toda la realidad, no alcanza para dar pleno sentido a nuestra vida, no alcanza para ser felices…
Dios agregó algo más a nuestro modo de conocer: la fe, que en lugar de quitarnos fuerzas para poder pensar, nos potencia, nos aumenta, nos agiganta la capacidad de inteligir y conocer la realidad. Si alguien quiere estudiar los astros tendrá que utilizar, además de los ojos, un telescopio; si alguno desea profundizar en el conocimiento de los micro-organismos, se verá urgido por la utilización de un microscopio. En ninguno de los dos casos diríamos que esta persona ha perdido su potencia visual, sino que la ha aumentado.
Lo mismo pasa con la fe: no nos quita la capacidad de pensar y conocer la realidad, sino que nos vigoriza de tal modo esa capacidad que podemos conocer y considerar realidades que no caen bajo ninguno de los 5 sentidos, ni bajo la luz de la razón. Y así como quien mira por un telescopio o un microscopio puede percibir “un mundo nuevo” a veces inimaginable; así también quien tiene fe descubre un inusitado universo que lo rodea pero que antes no podía percibir, o que percibía con poca nitidez, por su poca fe. Universo que le permite pensar y considerar de modo diverso las mismas cosas que antes conocía, y que por lo tanto se trasforma en una gran riqueza para la persona, que puede llegar a transformar su vida.
Estamos hablando de dos mundos, dos universos, dos “realidades” que se entrecruzan, co-existen y están llamadas a la unidad: el mundo natural y el sobrenatural.
Desde el punto de vista de la razón el mundo natural nos habla de “su” realidad, del porqué de su existencia, de la sabiduría de una mente creadora. Desde la fe, con un dejo de platonismo, el mundo, sin dejar por supuesto de ser real, pierde consistencia, firmeza, fuerza, y pasa a ser aparente… por eso san Pablo, luego de decirnos que el tiempo es corto y que vivamos aunque disfrutando del mundo, como si no lo hiciéramos, termina afirmando: pasa rápido la apariencia de este mundo (1 Cor 7,31).
Bajo la intuición de la razón la realidad se presenta como algo firme, estable, que se mantiene y pide ser transformada con hálitos de eternidad. La fe intercepta este pensamiento y nos anima a pensar que estamos en una “tienda” (carpa, choza), es decir algo provisorio, que ya se desarma, se cambia, se transforma… así lo dice san Pablo hablando de que esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona 2Cor 5,1; san Pedro por su parte comenta mientras me encuentro en esta tienda (2Pe 1,13) la cuál, como afirma un versículo después muy pronto tendré que dejar.
Pero qué, ¿acaso con esto estoy propinando una doctrina contraria al Concilio Vaticano II que nos habla de colaborar con el progreso del mundo? ¡Qué digo “Concilio Vaticano II”!, diría en contra de los 2 mil años de historia de nuestra Iglesia, que aunque lo nieguen de mil maneras distintas, ha sido la gran propagadora de casi todo lo bueno y bello que existe sobre la tierra producido por las manos del hombre.
Es absoluto quiero ir en contra de esto, solo quiero destacar el gran don de la fe y cómo esta virtud sobrenatural tiene que ayudarnos a ver las cosas desde otro punto de vista, desde otra perspectiva; aprender a ver lo oculto, lo que está “detrás” y, ni los sentidos, ni la razón (con todo lo bueno que posee) puede entregarnos. En definitiva: ver las cosas con los ojos de Dios, que no solo ve lo natural sino también lo que está por sobre la natura.
Y de las cosas que nos transmite la fe, la primera quizás en la que más tengamos que hacer hincapié para salir del secularismo reinante, es que ¡estamos de paso!, que ¡nuestra patria es el Cielo! ¡Que este mundo no es definitivo! Ya que solo de ese modo podremos vivir verdaderamente nuestra fe con toda las implicancias que tiene. Sólo con la eternidad de fondo podremos dar el peso verdadero que las cosas tienen en este mundo. Sólo pensando en “un Dios que nos espera” podremos conocer y elegir lo que Él quiere para nosotros como camino para llegar a Su morada.
Termino con dos textos, uno de una niña de menos de 9 años, otro de nuestro gran Papa que se nos está yendo… Ambos textos expresan la misma realidad, desde distintos ángulos:
María del Carmen González-Valerio y Sáenz de Heredia, Venerable; murió a los 9 años. En una ocasión, al ver a su madre agobiada por las preocupaciones domésticas, le dice: «Mamá, te afanas demasiado de las cosas de la tierra. Tienes que rezar más, pues estamos de paso. -Hija mía, tengo que arreglar la casa. -Pero mamá, tu casa es el cielo. Mamá, cuando vas de viaje y pasas la noche en un hotel no te preocupas de adornar el cuarto ni pones la foto de papá. Es que una noche se pasa de cualquier modo. Pues, mira, mamá, así es la vida, así es como estamos en este mundo».
«Observad más a menudo las estrellas. Cuando tengáis un peso en el alma, mirad las estrellas o el azul del cielo. Cuando os sintáis tristes, cuando os ofendan… deteneos a mirar el cielo. Así vuestra alma encontrará la paz. Benedicto XVI, Regina Cæli, 16 de mayo de 2010.
Decía san Agustín: «Más feliz es María recibiendo la fe de Cristo que concibiendo la carne de Cristo»; ¡a Ella nos encomendamos!
Nunca había reflexionado sobre la fe con el ejemplo del telescopio. Es Sumamente claro y diáfano. Gracias por compartir tan hermoso reflexión.
Un abrazo
Me ha encantado reflexionar que estamos de paso , que este mundo no es definitivo, que nuestro Dios nos espera y que quiere dios para nosotros en esta vida para, luego acogernos en su morada me ha abierto los ojos de la fe y me siento mejor.
Qué bueno! Día a día, sobre todo en las cruces pero también en las alegrías, hay que volver a esta gran verdad. Bendiciones!
Qué bueno, Cynthia, que le ha servido! A Dios gracias! En mis oraciones!
Feliz2014! Felicitaciones por tan buena idea,muchas gracias!
Si, padre… y como cuesta vivir, cuando nuestra mente está en el ahora y nuestro espíritu está como ansioso de llegar a los brazos del padre, ahí dónde no hay polillas, ni óxido, ni ladrones.
Todas las cosas de este mundo me parecen vanas, pero si las desprecio, siento que no estoy haciendo la voluntad de Dios, y si las amo me siento vana.
Cómo amar a las personas sin sentir la decepción que muchas veces surge y cómo amarlas sin sentir que siempre, inevitablemente, las decepciono…
Cómo vivir en este mundo sin ser de éste mundo y cómo disfrutarlo sin sentir que no lo merezco porque hay otros que no tienen mi suerte.
Cómo luchar por el bien común de las cosas terrenales sin que se diluyan en mi mente lo celestial…
Diossss mi espíritu quiere liberarse pero mi cuerpo está atado al mundo… al pecado… (no se asuste padre, sólo me siento un poco tironeada, no encuentro el equilibrio, trato de hacer bien las cosas pero… sigo esclavita e indigna)
Muchas gracias por todo el bien que haces padre Gustavo, sigo en oración por ud.
Silvia, por supuesto que no podré contestar acabadamente, son preguntas muy profundas y que encierran también mucho de lo particular de su vida, que no conozco. Así y todo, permítame copiarle un par de párrafos del P. Hurtado, de un artículo suyo escrito antes de morir y publicado post mortem, que se llama «Siempre en contacto con Dios». Cambiando lo que haya que cambiar -porque está aplicándolo más directamente a la vida de un apóstol como él- creo que puede servirle. Muchas gracias por sus oraciones y cuente con las mías! Va el texto:
Doloroso conflicto de una doble búsqueda: la del plan de Dios, que hemos de realizar en nuestros hermanos; y la búsqueda del mismo Dios, que deseamos contemplar y amar. Conflicto doloroso que no puede resolverse sino en la caridad que es indivisible […]
El equilibrio de las vidas apostólicas sólo puede obtenerse en la oración. Los santos guardan el equilibrio perfecto entre una oración y una acción que se compenetran hasta no poder separarse, pero todos ellos se han impuesto horas, días, meses en que se entregan a la santa contemplación […]
¡Oh bendita vida activa, toda consagrada a mi Dios, toda entregada a los hombres, y cuyo exceso mismo me conduce a dirigirme hacia Dios! Él es la sola salida posible en mis preocupaciones, mi único refugio. […]
«Ver detrás» lo que está oculto, es mi interpelación al Señor, si me envió señales de que las cosas no estaban bien porqué no me percaté, porqué no sé leer lo oculto para evitarme sufrimientos y molestias evitables.
Señor enséñame cómo leer lo oculto .
Y qué gran consuelo está en mirar el cielo porque mi «ayuda viene de lo alto».
Gracias Padre por sus enseñanzas.
Bendición padre. ¿ Quien es Dios? Es nuestro Padre. Que nos protege en todo momento y no nos desampara. Debemos Adorarle, Alabarlo y glorificarlo. Ya que » Pasa rápido la apariencia de este mundo» . 1Cor 7; 31. Debemos prepararnos para la vida eterna. Luchando con nuestros pecados. Sacar todo lo mundano de nuestra vida.
Gracias padre Dios lo bendiga.