Si uno quiere a su familia, es difícil al menos de vez en cuando no hablar o escribir de ella; pasa lo mismo con la familia religiosa. Es por esto que me permito subir estas líneas que acabo de enviar a un lista de Reenvíos de nuestra Congregación.
Un día como hoy, 3 de mayo, del año 1981, el P. Carlos Miguel Buela, fundador de nuestra familia religiosa del Verbo Encarnado, recibió la “gracia fundacional”. Creo que no exagerar si digo que ya ese fue el momento de nuestra “concepción”, y el 25 de marzo del ’84, con la fundación, fuimos dados a luz…
En un día tan especial quería compartir con Uds. unas líneas que escribí tiempo atrás.
Dice Santo Tomás que la prudencia se aprende o por el consejo de los prudentes, o por experiencia. Humildemente me animo a agregar que algunas cosas sólo se aprenden, de modo cabal, por la última de las opciones, es decir por el hecho de vivirlas en carne propia.
Como es sabido (y también se ha escrito), hay verdades que hemos escuchado –¡y muchas veces!– en el Seminario, y que no las entendemos hasta que las vivimos.
Hemos escuchado, y bien escuchado, principalmente de nuestro fundador y hablando de la Congregación, aquello de que “no somos los mejores”. Yo al menos entendía casi al revés… “no solamente somos los mejores sino que además tenemos un fundador que no se atreve a afirmarlo y que seguramente tampoco lo piensa; ¡vaya humildad la suya!, y por tanto, la nuestra”.
Pasa en estas cosas, me parece, como le sucede a un niño cuando contempla a su padre (o al menos pasaba hasta hace un tiempo atrás…) ¡imposible verle un defecto! El papá es el más fuerte, el que más sabe, el que mejor hace su trabajo… hasta es causa de discusión entre amiguitos, cada uno defendiendo al suyo; producto esto del candoroso cariño que le profesan y el poco conocimiento de algunas cosas “de grandes”.
El niño al ir creciendo vive una especie de crisis cuando se da cuenta que su papá tiene errores y se equivoca como cualquiera, que de algún modo “es uno más”. Luego lo acepta tal cual es…, pero al pasar los años, el rodar de la vida lo ayuda a entender que “el viejo” ha hecho mucho por él, que de sus errores es el primero en arrepentirse y que mucho de lo que es se lo debe a ese padre que tanto lo quiere. Es allí cuando ese tierno amor de niño toma cuerpo de un afecto que sin perder su frescura, ha encallecido lo suficiente como para que nada ni nadie lo pueda destruir.
Tonifica aún más este amor el ver a la distancia los propios errores que “el viejo” ha sabido tolerar, perdonar y, en lo posible, hasta disimular.
Si bien la comparación tiene cierta desemejanza que la transforma casi en una analogía, creo que cabe hacerla igualmente. Nuestro, si se quiere “ingenuo” amor por la Congre, ya en la misión es probable que haya enfrentado algunas “crisis” al percibir, y sufrir, sus errores y defectos (en los cuales, muchas veces, colaboramos…). El tiempo, nuestra docilidad y sobre todo la gracia de Dios, serán los encargados de hacer madurar ese primer amor y convertirlo en esa fuerza que sostenida sólo en Él, nos mantenga firmes en nuestros votos hasta la muerte. Recordemos que para nosotros el sacerdocio, la vida religiosa y el IVE son una sola cosa, como lo son también, análogamente, amar al IVE, a la Iglesia y a Dios.
Que el conocer los defectos de nuestra familia religiosa –y a la par todas sus virtudes–, nos ayude a tener más fe en que se trata de una obra más divina que humana.
Que el ver nuestros propios defectos cada vez más vivos, nos ayude a reconocer en ella toda la misericordia de la más tierna de las madres o el más cariñoso de los padres.
Que podamos amar nuestra familia religiosa tanto como los mártires de Barbastro la amaron, que llegaron a escribir, al filo de su martirio, “en nuestros clamores entusiastas adivina tú, Congregación querida, el amor que te tenemos, pues te llevamos en nuestros recuerdos hasta estas regiones de dolor y muerte…” (Beato Faustino Pérez).
Que como el P. Hurtado, quien en aquel tan suyo “contento, Señor, contento”[1],no sólo veía una convicción, un deseo o un modo de vivir, sino también una “jaculatoria del fondo del alma”[2], así también nosotros con una plegaria llena de viscerales deseos podamos decirle, día a día, y con un in crescendo propio de enamorados, “Congre querida, ¡cada día te quiero más!”.
Amparándonos en nuestro cuarto voto, pongamos estos deseos en manos de María Santísima, custodia y madre de todo verdadero amor (aquí había terminado cuando escribí esto… pero en estas circunstancias, al cumplir 30 años de vida y 33 años desde la gracia fundacional, prefiero agregar algo más…)
El amor a la Congre tiene, por un lado, algo de impersonal, porque no se trata de una persona sino de una institución divino-humana; pero por otro lado es un amor bien personal, porque está constituida por personas de carne y hueso. Es por esto que no quería terminar sin enviarle a todos (P. Buela, sacerdotes, religiosos/as, laicos) un “¡Muchísimas gracias!” por todo lo que me han dado –y me siguen dando–, y un “¡Mil perdones!” por todo lo que no supe dar…
Y por encima de todo y de todos, a Él las muchas gracias y a Él las mil disculpas, no sin que Ella hermosee las primeras y, como buena Madre, haga suyas las segundas.
[1]San Alberto Hurtado, La búsqueda de Dios, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 20052, p. 83.
[2]Ibid.
Hoy no puedo más que decir: !Felicidades a todos los que integran esta Congregación!
Siempre en la vida nos llegan regalos divinos y materiales me hubiese gustado el poder haber compartir mas con ud ya que veo que es un hombre de Dios y eso hace muy bien no pasa un dia sin estar en contacto con la familia religiosa del ive
a mi en lo personal me llena mucho mi diario vivir y muchas veces con mucha nostalgia me duele el no ser uno de uds solo pido la gracia de Dios y la Santisima virgen, el no ser un hombre triste y amargado por no saber escuchar al padre celestial siempre nos dara muy buenos ejemplos unidos en la oracion.
Muchas felicidades padre Lombardo, y muchas gracias a usted y al padre Buela por sus hermosas meditaciones «on line» de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio que nos ayudan a adentrarnos en nuestra fe, su impresionante riqueza, y a la vez acercarnos más a Jesús a través de su Santísima Madre María.
Que el señor los bendiga siempre.
muy cierto, muchas gracias Padre Gustavo, también considero que la madurez en la fe da esa solvencia no solo moral sin también espiritual.
Hermosas sus palabras Padre Lombardo. Yo también cuanto más conozco esta Congregación, más doy gracias a Dios de haber llamado a mi hijo al sacerdocio dentro de ella. Lo que me da una gran certeza de que la gracia divina acompaña esta Congregación es el cuarto voto, la consagración a Jesús por María, por que como dice San Luis María Grignon de Monfort, es el camino más fácil, más corto y más seguro para llegar a Jesús.
Rezo por ustedes
Margarita
FELICIDADES CONGRE AMADA EN TU SENO CONOCI EL «CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA»
Muchas felicidades!!! Y que Nuestro Señor, por medio de María Santísima los ayude a mantenerse fieles a ministerio y los haga unos santos.
¡¡¡Felicidades, que nuestro Señor siga derramando bendiciones sobre todos ustedes!!!
Los tengo presente en mis oraciones.
P.Gustavo:
No podía dejar pasar estas líneas y agradecer a Dios por haberlos puesto en mi camino y así pertenecer a esta gran familia, sólo me queda rezar cada día y pedir a María Santísima que nos proteja para que seamos siempre fieles al carisma, espiritualidad, cumpliendo la misión para la cual se fundó el I.V.E.
Grs
mirta
Glorificamos y agradecemos a Dios Nuestro Salvador y Señor por habernos dado la gracia de conocer el Verbo Encarnado y ser parte de su familia.
Dios en la persona del Espíritu Santo guie y aliente a todos sus consagrados.
Osvaldo Vega y familia
gracias los amo mucho en el amor de cristo Jesús me siento feliz y orgullosa de tener unos hermanos en la fe y de pertenecer a esta familia tan maravillosa los llevo en mi corazón y oro mucho por ustedes, gracias padre lombardo por compartir esas cosas tan lindas con nosotros que Dios le ha regalado Dios ,Jesús y la virgen Santísima me lo acompañen siempre y me lo protejan de todo mal y peligro.
Doy gracias infinitas a Nuestro Señor por permitirme tener contacto con su congregación, estoy comenzando y siento en mi corazón la gran ayuda que estoy recibiendo del I.V.E. Dios les bendiga e ilumine siempre.
Tengo muy poca práctica en la tecnología, pero seguiré intentando, me encomiendo a sus oraciones.
Ana María, le envié un agradecimiento a su e-mail pero rebotó; lo hago por acá entonces: muchas gracias y cuente con mis oraciones!
Es un regalazo que nos da para meditar de compartir aquellos libros que orienta y enseñan para lograr nuestro apostolado y conocer en las virtudes que muchas veces fallamos
Desde Ecuador Luisa